sábado, 2 de octubre de 2010

Enrédate en mi cuerpo



Que me cuesta darte a conocer mis verdaderos sentimientos, que no encuentro la hora por enseñarte todo lo que hay en mi latir, que a veces estoy perdida porque esto no lo encontré en ningún amor pasado, que esto me trae más loca de lo que ya solía ser, me enloquece tu mirada, me pierden los viajes de tus manos más allá de mi cintura. 
 Hoy te siento aquí, al respirar, mi suspirar, extiendo mi mano y ahí estás tú, mis ojos solo ven tu sonrisa, tu mirada que se clava en la mía, y no he visto mujer más bella que vos, que puedo arrastrar mi mano hacia el pecado y ahí estás tú, mi dulce pecado, mi mayor deseo, el que me hace enloquecer y desvanecer al instante, pero cierro los ojos y ahí continúas estando tú, en mis sueños de noche, en mis despertares, en esos buenos días que te daría cada mañana princesa. 
 Que a pesar de los anocheceres sin tu presencia en mi lecho, tu cuerpo se hace eterno en mis entrañas, en mis lujurias, y quiero ser yo la única de tu despertar, la doncella que se pose por tus pétalos, la que por tu sexo pase de día y de noche, la que con solo cerrar los ojos se haga dueña de tu dulce voz.
 Que lo que me da más miedo es pensar que tal vez jamás te hubiera conocido, tu reina de mi ser, pasear con la cabeza bien alta de saber que tú estás conmigo, lucir la alianza de tu promesa –amor eterno-, sentir el amor correr por mis venas y por falta de razones, saber que no puedo ser más feliz que con la mujer que tengo en mi vida.
 Desnúdate de tus penas, que más allá de los problemas que recorren nuestros días, estamos tú y yo, la razón de mi existencia, enrédate en mi cuerpo, entre mis brazos, entre los lazos de este amor, de la fragancia vehemente que desprendes.
 Junto a ti aprendí la importancia de mirar hacia delante, sin miedo a echar la vista atrás, que lo pequeño es grande día a día, que yo sin ti sería un despojo, mi niña, contigo se abrieron las puertas que antes se habían mantenido cerradas, tu corazón y el mío entrelazados en uno, que yo no sabría ser nadie sin ti -tú a mi lado no dejas que nada malo me pase-. Enrédate en mí.


Tu se la mia vita, e ti amo con tutto il mio cuore, per sempre.
 
Ariadne.